Sergio Larraín
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Sergio Larraín Echeñique, fotógrafo. Nació en Santiago, Chile, el 5 de Noviembre de 1931. Falleció en Tulahuen, Ovalle, Chile, el 07 de febrero de 2012.
Entre 1949 y 1953, viajó a Estados Unidos donde estudió Ingeniería Forestal, trabajó para conseguir estabilidad económica, lo que lo llevó a poder comprar su primera cámara fotográfica, una Leica IIIC, que le cambió la vida. Dejó los estudios para volver a Chile, de donde partió nuevamente a un viaje familiar por Europa y Oriente Medio, para intentar calmar el dolor profundo por la muerte accidental de su hermano menor. Este viaje ayudó a que el artista tomara la decisión de adoptar la fotografía como su forma de expresión.
Cartier-Bresson, fotógrafo francés, conoce su trabajo y le propone incorporarse a la agencia Magnum.
A comienzos de los 60 regresó a Chile, con el propósito de ahondar en las temáticas que más le interesaban, sin las exigencias comerciales de la prensa internacional: la gente y el entorno de Valparaíso, que ya había fotografiado en numerosas ocasiones.
Trabajó con el poeta Pablo Neruda, en la realización de un libro para la Editorial Lumen de Barcelona, y luego para realizar fotografías sobre Valparaíso.
A partir de 1973, Sergio Larraín se trasladó a Ovalle, para dedicar la mayor parte de su tiempo a la lectura, la pintura al óleo, la meditación, el yoga, profundizar en el desarrollo personal y muy poco a la fotografía.
SERGIO LARRAIN CARTA A SU SOBRINO
En 1982 Larrain escribe una carta a uno de sus sobrinos (Sebastián Donoso), aconsejándolo sobre el arte fotográfico:
¨Miércoles. Lo primero de todo es tener una máquina que a uno le guste, la que más le guste a uno. Porque se trata de estar contento con el cuerpo, con lo que uno tiene en las manos y el instrumento es clave para el que hace un oficio, y que sea el mínimo, lo indispensable y nada más.
Segundo, tener una ampliadora a su gusto, la más rica y simple posible (en 35 mm. la más chica que fabrica LEITZ es la mejor, te dura para toda la vida).
El juego es partir a la aventura, como un velero, soltar velas. Ir a Valparaíso, o a Chiloé, por las calles todo el día. Vagar y vagar por partes desconocidas, y sentarse cuando uno está cansado bajo un árbol.
Comprar un plátano o unos panes y así tomar un tren. Ir a una parte que a uno le tinque (1*) y mirar, dibujar también, y mirar. Salirse del mundo conocido. Entrar en lo que nunca has visto. Dejarse llevar por el gusto, mucho, ir de una parte a otra, por donde te vaya tincando. De a poco vas encontrando cosas y te van viniendo imágenes, como apariciones las tomas.
Luego que has vuelto a la casa, revelas, copias y empiezas a mirar lo que has pescado. Todos los peces. Ylos pones con su scotch al muro. Los copias en hojitas tamaño postal y los miras. Después empiezas a jugar con las L, a buscar cortes, a encuadrar; y vas aprendiendo composición, geometría. Van encuadrando perfecto con las L y amplias lo que has encuadrado y lo dejas en la pared. Así vas mirando, para ir viendo. Cuando se te hace seguro que una foto es mala, al canasto al tiro (2*) . La mejor las subes un poco más alto en la pared, al final guardas las buenas y nada más (guardar lo mediocre te estanca en lo mediocre). En el tope nada más lo que se guarda. Todo lo demás se bota, porque uno carga en la psiquis todo lo que retiene.
Luego haces gimnasia, te entretienes en otras cosas y no te preocupas más. Empiezas a mirar el trabajo de otros fotógrafos y a buscar lo bueno en todo lo que encuentres: libros, revistas, etc. y sacas lo mejor, y si puedes recortar; sacas lo bueno y lo vas pegando en la pared al lado de lo tuyo, y si no puedes recortar, abres el libro o las revistas en las páginas de las cosas buenas y lo dejas abierto en exposición. Luego lo dejas semanas, meses, mientras te dé, uno se demora mucho en ver, pero poco a poco se te va entregando el secreto y vas viendo lo que es bueno y la profundidad de cada cosa.
Sigues viviendo tranquilo, dibujas un poco, sales a pasear y nunca fuerces la salida a tomar fotos, por que se pierde la poesía. La vida que ello tiene se enferma, es como forzar el amor o la amistad, no se puede. Cuando te vuelva a nacer, puedes partir en otro viaje, otro vagabundeo: a Puerto Aguirre, puedes bajar el Baker a caballo hasta los ventisqueros desde Aysén -Valparaíso siempre es una maravilla- Es perderse en la magia. Perderse unos días dándose vueltas por los cerros y calles y durmiendo en el saco de dormir en algún lado en la noche, y muy metido en la realidad, como nadando bajo el agua, que nada te distrae, nada convencional. Te dejas llevar por las alpargatas lentito, como si estuvieras curado por el gusto de mirar, canturreando, y lo que vaya apareciendo lo vas fotografiando ya con más cuidado, algo has aprendido a componer y recortar, ya lo haces con la máquina, y así se sigue, se llena de peces la carreta y vuelves a casa.
Aprendes foco, diafragma, primer plano, saturación, velocidad, etc. aprendes a jugar con la máquina y sus posibilidades, y vas juntando poesía (lo tuyo y lo de otros), toma todo lo bueno que encuentres, bueno de los otros. Hazte una colección de cosas óptimas, un museito en una carpeta.
Sigue lo que es tu gusto y nada más. No le creas más que a tu gusto, tú eres la vida y la vida es la que se escoge. (3*)
Lo que no te guste a ti, no lo veas, no sirve. Tú eres el único criterio, pero ve el de todos los demás.
Vas aprendiendo, cuando tengas una foto realmente buena, las amplias, haces una pequeña exposición o un librito, lo mandas a empastar y con eso vas estableciendo un piso, al mostrarla te ubicas de lo que son, según lo veas frente a los demás, ahí lo sientes. Hacer una exposición es dar algo, como dar de comer, es bueno para los demás que se les muestre algo hecho con trabajo y gusto. No es lucirse uno. hace bien, es sano para todos y a ti te hace bien porque te vas chequeando.
Bueno, con esto tienes para comenzar. Es mucho vagabundeo, estar sentado debajo de un árbol en cualquier parte. Es un andar solo por el universo. Uno nuevamente empieza a mirar, el mundo convencional te pone un biombo, hay que salir de él durante el período de fotografía.
A. D. ADORANDO A DIOS.
Chao OK te escribo más.
Nota del publicador;
1* : Tinque de “Tincando” , del chilenismo: tincar , intuir , presentir .
2* : “al tiro” ; chilenismo. (adverbio) . de inmediato.
3* : ( subrayado por el propio autor de la carta)
LARRAIN, CORTAZAR Y ANTONIONI
Por Juan Forn
Sergio Larraín camina por las callecitas de la Ile-Saint-Louis en París, saca algunas fotos al voleo, vuelve a su taller a revelar, algo le llama la atención en una de esas imágenes circunstanciales: al ampliarla descubre al fondo, en segundo plano, una pareja cogiendo contra una pared. Cae de visita su amigo Julio Cortázar, Larraín le cuenta lo sucedido, Cortázar vuelve a su casa y escribe “Las babas del diablo”. Michelangelo Antonioni lee el cuento y decide convertirlo en Blow-up. En la película, no es un acto sexual furtivo lo que pesca el fotógrafo, sino un crimen, y no es en las callecitas de París, sino en el corazón del Londres psicodélico. La película es un exitazo. En las redacciones periodísticas europeas se codean cuando ven entrar a Larraín: “Ese es el chileno de la Magnum, el fotógrafo de Blow-up”.
El RECTÁNGULO en la MANO from Cabra Carril on Vimeo.
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